jueves, febrero 17, 2005

Opinión: Un marco federal para la alfabetización

En septiembre de 2004, el gobierno nacional lanzó "Encuentro", un programa piloto de alfabetización de nivel nacional, destinado a adultos y adolescentes marginados de la educación inicial. Este programa revela que el gobierno reconoce que el analfabetismo es un problema concreto, real, tangible; algo que nos gratifica a quienes venimos señalando el tema desde hace ya varios años.
Los números del censo 2001 confirmaron el dato básico de que 767 mil argentinos mayores de 10 años son analfabetos. Pero esta cifra debe referir a otras no menos alarmantes: entre la población mayor de 15 años, 962 mil personas no recibieron instrucción formal, y más de tres millones y medio de personas no completaron el equivalente al viejo ciclo primario. En definitiva, podemos estimar en al menos cuatro millones y medio el número de argentinos sin la educación elemental necesaria, que podríamos considerar, potencialmente, "analfabetos funcionales".
Estas magnitudes no revelan sólo resabios de un pasado lejano, sino fundamentalmente problemas actuales y candentes del sistema educativo formal, tanto para llegar al conjunto de la población y retener a los niños en la escuela, como también para conjurar el impacto y los efectos deletéreos de la crisis económica y social en el acceso efectivo a la educación de niños de las franjas más vulnerables de la población. Para encarar estas cuestiones, ningún esfuerzo es demasiado.
Cuando a fines del año 2001 llegamos al Senado Nacional, presentamos un Proyecto de Ley para crear, precisamente, el Programa Federal de Alfabetización. Nos basábamos, para eso, en la fructífera experiencia llevada a cabo desde el gobierno de Río Negro, a partir de 1998, con el Programa de Alfabetización Rionegrino (PAR), desnudando este "tabú", y mostrando notables resultados en muy poco tiempo.
Pero nos sorprendió encontrar una fuerte resistencia a objetivar y reconocer el flagelo del analfabetismo, lo que llevó a arduas discusiones técnicas y políticas con nuestros pares y sus equipos. Los datos del censo no se habían procesado aún y nos manejábamos con proyecciones, pero resultaba curiosa la actitud general de soslayar la cuestión, como si, por negarla, ella dejara de existir. El proyecto caducó en 2002, debimos presentarlo de nuevo, y sólo en julio de 2003, luego de mucho trabajo, pudimos tratar y aprobar en el Senado la iniciativa. Sin embargo en la Cámara de Diputados el expediente volvió a trabarse, sin que hasta ahora su Comisión de Educación se haya expedido al respecto, lo que refleja que el tema sigue generando incomprensibles disensos y resquemores.
Consideramos que el tema merece atención especial del Congreso Nacional, para sancionar definitivamente una Ley que enmarque, regule y potencie el esfuerzo encarado ahora por el gobierno nacional, y que en varias provincias asumimos hace bastante tiempo. Una norma que recoja esas experiencias, respete la autonomía de las jurisdicciones provinciales y brinde apoyo y recursos técnicos y financieros para una Política de Estado de erradicación del analfabetismo. Amanda Isidori.